lunes, 25 de abril de 2011

Paseando

Este último mes, podría decir que he vuelto a mi rutina de usar varias veces al día, varios días a la semana la línea 23, en ella, bien por pasar por tres localidades, como por pasar por delante de algunas instituciones de renombre en Alicante, bien por ofrecer transbordo con otras líneas de recorrido largo, suele reunir a gente bastante variopinta.

Unos días antes del congreso, me encontré con un hombre que bailaba sin música agarrado a las barras o las asas, no quise elucubrar por qué bailaba, y aunque en cierto modo, el asunto tenía poco de divertido, me sentí un poco mal al ver que nadie lo perdía de vista y que las reacciones simultáneas fueron burlas y recelo.

Pero no vengo sólo con historias malas, apenas dos días antes de las vacaciones, a las siete y media de la tarde, esperaba de nuevo el 23 delante del hospital. Había sitio de sobra en la parada y la bandolera iba llena y pesaba, así que me senté junto a una mujer, dejando espacio para que se pudiera sentar alguien más a mi lado. Pasaron dos seguidos hacia Muchamiel y del último, bajaron una señora mayor, bajita y delgada, pero de aspecto fuerte, que andaba con cierta dificultad y sobre cuyo hombro se apoyaba un chico alto e igualmente delgado, que andaba con más dificultad. Automáticamente y sin darme tiempo el hombre que había sentado al otro extremo de la marquesina, les cedió su sitio, y yo le cedí el mío.

Mujer: No se preocupe, señor, gracias, pero es que llevamos toda la tarde sentados, preferimos estar de pie ahora y sentarnos luego cuando subamos de nuevo al autobús.
Hombre: Insisto, señora, he visto que camina con dificultad, yo llevo también un rato sentado.
Mujer: No, no me ha entendido usted, yo llevo casi todo el día sentada, necesito estar de pie, nos viene bien a los dos. Ahora cuando venga el 23 hacia Alicante, que no tardará mucho, nos sentaremos de nuevo.
Hombre: Pero, señora, si acaba usted de bajar del 23, viene de allí...
Mujer: Claro, mire, nosotros no podemos caminar demasiado, así que hemos cogido el 02, hemos bajado en la Florida, hemos cogido el 04, después hemos cogido el 34, el 24 y el 23. Ahora cogemos el 23 en dirección contraria y volvemos a casa. ¿Ve usted? Así al menos nos paseamos y vemos Alicante.

Tardó poco en pasar el autobús en dirección a Alicante, subimos todos y ambos se sentaron uno frente a otro al principio del autobús. Desde que los vi bajar de aquél autobús, me los he encontrado dos veces más, siempre paseando, subiendo y bajando de distintas líneas...

Después de encontrarme historias cómo esta última el nombre de mi blog, cada vez cobra más sentido.

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