Unos días antes del congreso, me encontré con un hombre que bailaba sin música agarrado a las barras o las asas, no quise elucubrar por qué bailaba, y aunque en cierto modo, el asunto tenía poco de divertido, me sentí un poco mal al ver que nadie lo perdía de vista y que las reacciones simultáneas fueron burlas y recelo.
Pero no vengo sólo con historias malas, apenas dos días antes de las vacaciones, a las siete y media de la tarde, esperaba de nuevo el 23 delante del hospital. Había sitio de sobra en la parada y la bandolera iba llena y pesaba, así que me senté junto a una mujer, dejando espacio para que se pudiera sentar alguien más a mi lado. Pasaron dos seguidos hacia Muchamiel y del último, bajaron una señora mayor, bajita y delgada, pero de aspecto fuerte, que andaba con cierta dificultad y sobre cuyo hombro se apoyaba un chico alto e igualmente delgado, que andaba con más dificultad. Automáticamente y sin darme tiempo el hombre que había sentado al otro extremo de la marquesina, les cedió su sitio, y yo le cedí el mío.
Mujer: No se preocupe, señor, gracias, pero es que llevamos toda la tarde sentados, preferimos estar de pie ahora y sentarnos luego cuando subamos de nuevo al autobús.
Hombre: Insisto, señora, he visto que camina con dificultad, yo llevo también un rato sentado.
Mujer: No, no me ha entendido usted, yo llevo casi todo el día sentada, necesito estar de pie, nos viene bien a los dos. Ahora cuando venga el 23 hacia Alicante, que no tardará mucho, nos sentaremos de nuevo.
Hombre: Pero, señora, si acaba usted de bajar del 23, viene de allí...
Mujer: Claro, mire, nosotros no podemos caminar demasiado, así que hemos cogido el 02, hemos bajado en la Florida, hemos cogido el 04, después hemos cogido el 34, el 24 y el 23. Ahora cogemos el 23 en dirección contraria y volvemos a casa. ¿Ve usted? Así al menos nos paseamos y vemos Alicante.
Tardó poco en pasar el autobús en dirección a Alicante, subimos todos y ambos se sentaron uno frente a otro al principio del autobús. Desde que los vi bajar de aquél autobús, me los he encontrado dos veces más, siempre paseando, subiendo y bajando de distintas líneas...
Después de encontrarme historias cómo esta última el nombre de mi blog, cada vez cobra más sentido.