sábado, 22 de octubre de 2011

¡¡Policía!!

Cuando alguien sube al autobús normalmente espera llegar a tiempo a algún lugar a tiempo, otros volver tranquilamente o, cómo vimos hace un par de entradas, simplemente pasear.

Bueno, todos sabemos que cuánta más prisa podamos tener, mayores serán los obstáculos para ser puntuales, al menos ese ha sido mi caso desde que tengo memoria. "Sal más pronto" Siempre pasa algo para llegar más tarde de lo previsto, siendo puntual o no. El servicio de transporte público es así o te aburres esperando o llegas acalorado.

El otro día iba en el bus al polideportivo de la universidad, íbamos relajado, nos habíamos restrasado ligeramente, pero llegaríamos, con suerte, un cuarto de hora antes. Bromeábamos en el bus, él cantaba una canción de un programa de la tele, yo miraba por la ventana y lo miraba a él de vez en cuando e íbamos soltando comentarios. Íbamos cargados con las mochilas, cogidos al palo de encima de la rueda delantera y al palo que hay justo detrás. El autobús no estaba demasiado lleno, suficiente para estar al principio del autobús, con espacio, pero todos los sitios ocupados y unas 13 personas de pie.
Estábamos a apenas quince minutos de nuestro destino más o menos cuando se levantó quién fuera que hubiera sentado justo delante de mí para bajar en la siguiente parada. Y todo empezó de repente, un hombre de mediana edad empezó a gritarle a una señora dos asientos más atrás, frente al suyo, mientras se sentaba en ese mismo asiento que acababa de quedar libre.

- "Si señora, sí, me siento. Claro que me siento."

De buenas primeras, tras la justificación de las señoras y las declaraciones de no malas intenciones, empezó a insultar a las señoras, a la vez que se quejaba a voz en grito que él tenía el mismo derecho a sentarse y no tenía por qué ceder el sitio a nadie. Aquello siguió con un intercambio de palabras malsonantes, insultos y amenazas, a lo que otros pasajeros se sumaron, pidiéndole que se tranquilizara primero e increpándole después, cuando el mismo señor siguió insultando a los que se metían de por medio.
Vista la jauría y lo peligroso del asunto, los que estábamos de pie, entre el señor que gritaba y el conductor, oímos cómo el último llamaba a la policía y les pedía que con urgencia acudieran al lugar, a la vez que tecleaba algo en uno de los dos aparatos que hay en la cabina. Al llegar a la siguiente parada, se levantó, se giró y pidió la calma general para todos en el autobús, a lo que el señor enfadado, se levantó, lo retó, lo insulto y, sintiéndose víctima de una gran injusticia, lo amenazó con conseguir que la empresa lo echara. El conductor disculpándose le dijo lo sorprendido que estaba de que lo amenazara cuando sólo pedía calma, al fin, le dio su número de empleado o conductor (no sé qué exactamente) que el señor, airadamente y sin falta de gritos insultantes al conductor se fue a anotar en una servilleta en el bar junto al que el autobús había parado.
Allí estuvimos parados cerca de dos minutos, mientras esperábamos a la policía, viendo al contrariado pasearse arriba y abajo indignado y mirando continuamente la servilleta, hasta la llegada de la policía. Señores, ¡¡qué gran milagro!! El hombre que anteriormente había referido tantas operaciones de rodilla que no le permitían estar de pie durante el trayecto, corría más rápido que todos los jóvenes que se dirigían a una actividad deportiva usando el susodicho medio de transporte.No lo cogieron.

La policía tomó declaración y comunicó, que a menos que alguno de los afectados pusiera denuncia, de nada servía haber llamado a la policía. El trayecto continuó con los comentarios, la indignación y, por suerte, el humor del resto de pasajeros, a pesar de que muchos de ellos llegaran tarde.

Pero ya se sabe, señores, hoy en día sentarse en un asiento en un trayecto metropolitano, es un riesgo para nuestra salud y nuestra puntualidad.