viernes, 2 de abril de 2010

¡¡Viernes Santo, procesiones al canto!!

Hoy he bajado al centro andando, porque además de desviar al autobús, hoy es festivo y tarda la vida en pasar, como unos 30 minutos, como de costumbre, sólo aproximados...

La cosa es que por vagueza, por falta de ganas, por hora y proximidad, he decidido ir a la cabecera de mi línea habitual para ir a la universidad... ¡¡oh, mi amado autobús!! mi suplicio de tardes y mañanas de llegar tarde no parando por límite de aforo...

El viaje no ha tenido mucho de peculiar, había bastante gente para un viernes a esas horas, quitando que era festivo y que las procesiones estaban acabando. He dejado que la gente que hacía cola, incluso dos chicos que han llegado después que yo, pasaran delante mientras comentaba un par de cosas con un amigo que me ha acompañado a la parada. Pues si peculiar no ha sido el viaje, sin duda sí le ha parecido a él, el hecho de que dos de los pequeños de una familia de gitanos que empezaban a desfilar por delante nuestro para subir al autobús, trastearan con dos móviles relativamente caros como si de un juguete se tratase, mientras vestían pantalones rasgados y pocos años.
Cuando he subido al autobús he ido a sentarme a mi sitio habitual, pegado a la ventana y de espaldas al conductor, pero uno de los pequeños, de unos 7 años, estaba sentado allí, así que me he sentado en el asiento perpendicular contiguo, su hermano lo ha llamado y lo ha hecho sentarse entre él y yo mientras yo sacaba mi ejemplar de Drácula de Bram Stoker.
Al principio del viaje, justo después del primer semáforo, la nena, de unos 6 años, se ha acomodado en el regazo de su hermano mayor para dormir, mientras el que estaba a mi lado sujetaba el movil del mismo, del que salía música pachanguera y flamenca aleatoriamente. El resto del viaje se podría decir que ha estado marcada por las sucesivas exclamaciones de admiración de los cuatro niños al ver setos con forma de animales, las luces del casino, castillos hinchables y muchas otras cosas que había en el recorrido provisional del autobús, lo suficientemente maravillosas como para que la niña que se disponía a dormir, no cerrara los ojos en ningún momento y su hermano, junto a mi, sujetando el móvil y echando miradas furtivas a mi libro cada vez que pasara página, se volviera hacia la ventana a sus espaldas cada vez que ella abría la boca...

Me ha parecido un viaje adorable^^

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